La guerra.

Autor: Jesús Morfín Garduño.
Seudónimo: Huitzilíhuitl.
Universidad Comunitaria
     
Antropología Política                             e-mail:  ecocidio@yahoo.com.mx
Nahui Ollin de Mallinalco
 

      Después  de la Segunda Guerra Mundial y de la demostración de las consecuencias a que podría llevarnos una guerra nuclear, se ha hecho más difícil y delicado filosofar sobre la guerra, a menos que de antemano se le niegue rotundamente. Sin embargo la guerra sigue, aunque toma distintas formas, así hemos sabido de guerras frías, convencionales, químicas, biológicas, psicológicas, comerciales, etc.

      ¿Pero  que tan bien conocemos este fenómeno social denominado guerra? Es tan importante su participación en la vida del hombre que abundan los tratados sobre ella, aunque debemos reconocer que la constante pretensión de evitarla o provocarla nos dificulta su comprensión. Tal vez un estudio menos apasionado lleve al sujeto a la convicción de que es él mismo el objeto que esta tratando de conocer, tanto como individuo como sociedad.

      La  experiencia es la primer fuente del conocimiento, adecuadamente combinada con la inducción, la intuición y la deducción; pero para poder seguir desarrollando el conocimiento es necesario a veces incluso omitir la experiencia, pues ésta provoca reacciones emocionales en el sujeto que lo llevan a prejuiciar muy subjetiva y parcialmente.

      La  experiencia depende de la sugestión y sicología del observador, así podemos ver a través de la historia de la ciencia que en importantes momentos de su desarrollo primero han cambiado las ideas y después la "experiencia", que ya sólo vino a confirmar aquellas.

      Así  por ejemplo, cuando Galileo demostró que era erróneo el postulado de Aristóteles de que los cuerpos más pesados caen con mayor rapidez, antes de soltar varios cuerpos desde lo alto de la torre de Pisa, ya no aceptaba el aserto aristotélico, se cuenta que pensó, suponiéndolo cierto, que si dos cuerpos de distinto tamaño los unía en uno sólo, su tiempo de caída debería ser el promedio de los tiempos de caída de cada cuerpo por separado, pues el mayor ejercería un efecto de aceleración sobre el menor, y ésta a su vez un efecto de desaceleración sobre el mayor, pero por el principio aristotélico el nuevo cuerpo debería caer más rápido que los dos cuerpos iniciales, esta contradicción lo llevó a pensar que todos lo cuerpos caen con la misma rapidez independientemente de su peso.

      A  continuación se despliegan algunas de las reflexiones sobre la guerra que el ser humano ha pensado a lo largo de la historia:

     Los hombres se cansan antes de dormir, de amar, de cantar y de bailar que de hacer la guerra.

Homero.   

     Es menester saber que la guerra es estado continuo, que la justicia es discordia, que todo se hace y se deshace por la discordia. La guerra es el padre de todas las cosas y de todas es rey; de unas ha hecho dioses, de otras hombres; de unas esclavos, de otras hombres libres.

Heráclito de Éfeso.

      En la guerra causas triviales producen acontecimientos trascendentales.

Julio César.                          

      Las leyes guardan silencio cuando suenan las armas.

Cicerón.                                                                 

      El temor a la guerra es peor que la guerra misma.

Séneca.                                                                 

      Aunque el engaño sea detestable en otras actividades, su empleo en la guerra es laudable y glorioso.

Maquiavelo.

      La guerra es la mayor plaga que puede afligir a la humanidad, destruye la religión, destruye los estados, destruye las familias.

Lutero.

     Las mismas razones que nos llevan a reñir con un vecino, originan la guerra entre dos países.

Montaigne

      ¿Puede haber algo más ridículo que la pretensión de que un hombre tenga derecho a matarme sólo porque su príncipe tiene una querella con el mío?

Blas Pascal.

      La más cruel guerra que Dios pueda hacer a los hombres en esta vida, es dejarlos sin aquella guerra que vino a traer.

Blas Pascal.

      El estado natural de los hombres no es la paz, sino la guerra.

Kant.                                                    

     Los generales deben mezclarse con los simples soldados. El sistema espartano era excelente.

Napoleón 

      La guerra es la continuación de la política por otros medios.

Von Klausewitz

      Toda guerra es rica en fenómenos individuales. En consecuencia es un mar inexplorado, lleno de rocas que la mente del general puede sentir, pero nunca ha visto con sus propios ojos y alrededor de las cuales debe navegar ahora en la noche obscura. Si se levanta además un viento contrario, es decir, si se declara en su contra algún gran hecho aleatorio, se requerirá de la habilidad más consumada, presencia de ánimo y esfuerzo, mientras que para un observador distante todo parece marchar como un reloj.

Von Klausewitz

      El mundo existe por la guerra y para la guerra; sólo aquello que apetece el reposo muere pronto. Nosotros debemos estar siempre dispuestos, como los que van contra el enemigo: ¡seamos guerreros!

Ernst Moritz Arndt 

     Dios es el caudillo de las conquistas de la civilización

Benito Juárez

      La paz eterna es un sueño, y ni siquiera un sueño hermoso. La guerra forma parte del orden creado por Dios. En ella se muestran las virtudes más grandes del hombre: el valor y la abnegación, el espíritu del deber y el sacrificio de sí mismo. Sin la guerra el mundo se hundiría en el materialismo.

Helmuth Moltke

      La suma de las voluntades humanas creó a la Revolución Francesa y a Napoleón, los grandes hombres no son más que etiquetas de los sucesos históricos, y aunque ellos creen que actúan por su propia voluntad, su comportamiento esta determinado desde la eternidad por la única causa: la Divinidad.

Liev Nikoláievich Tolstói 

     Lo que necesitamos descubrir ahora en el terreno social es un equivalente moral de la guerra: algo heroico que hable a los hombres con un lenguaje tan universal como el que emplea la guerra y que sea  tan compatible con su personalidad espiritual como ha resultado ser incompatible la guerra.

William James

      Lo más terrible de la guerra es que mata todo amor a la verdad

Georges Brandes

      El derecho es más precioso que la paz, y siempre lucharemos por las cosas que más cerca estén de nuestro corazón.

Wilson

      Difícilmente se halla acontecimiento o fenómeno acerca del cual debamos tener siempre el mismo concepto, si registramos sus orígenes a través de las edades. Como toda cosa viva, la guerra nunca permanece estacionaria, si no que esta siempre en desarrollo.

Nicolai G F

      Los hombres buscan la paz, se dice. Pero ¿es esto verdad? Es como cuando se dice que los hombres buscan la libertad. No, los hombres buscan la paz en tiempo de guerra y la guerra en tiempo de paz; buscan la libertad bajo la tiranía y la tiranía bajo la libertad.

Miguel de Unamuno

      La guerra no es más que una de las innumerables consecuencias que ha llevado consigo, en un determinado periodo de la evolución, el establecimiento de la propiedad.

Romain Rolland

     El hombre primitivo era un cazador, pero creo que el concepto de agresividad -el síndrome matador del primate antropoide- es erróneo. El afán agresivo del hombre moderno de matar a sus semejantes es un desarrollo cultural muy reciente, probablemente ligado a la sociedad de consumo, a la colonización permanente, a la propiedad, etc.

Richard Leakey

     La idea de la guerra aplicada antropomórficamente a las fuerzas cósmicas, es precisamente la forma encontrada por el pensamiento náhuatl para explicarse el acaecer del universo.

Miguel León Portilla
 

      Adoptemos   el siguiente principio de optimismo: La sucesión de imperios y guerras que se han venido desarrollando a lo largo de la historia, tiende a una nueva etapa de emporios, es decir, a imperios que no serán impuestos por la fuerza física o militar, sino por la capacidad de negociación, autosuficiencia y auxilio mutuo entre las partes. En una lucha por la superación de todo el género humano, es decir, en el marco de una guerra no fratricida. Ya que puesto que la guerra es una manifestación de la energía social, por el principio de conservación de la energía, ésta no podrá destruirse, sólo transformarse.

      El  filósofo y matemático inglés del siglo XX, Bertrand Russel, observó que las religiones siempre han estado entre las primeras causas de las guerras. Esta experiencia histórica se ha utilizado para argumentar que es mejor no tener ninguna religión, pero partiendo de su significado literal, de religar o relacionar el todo en una sola visión o entendimiento, doctrinas como el comunismo, el nazismo o el fascismo, que también han sido causa de grandes guerras, caen dentro de esta definición general de religión y vienen a confirmar la observación de Bertrand Russel.

      Las  antiguas religiones de sacrificios humanos parecen haber sido las generadoras de la práctica común de las guerras de conquista a lo largo de la historia, que han venido a ser como un catalizador en la realización del mestizaje racial y espiritual de los pueblos. Esto implica que nuestra especie ya había superado su naturaleza fratricida antes de la aparición de estas religiones de ofrendas humanas, y por ende su destino es volver a lograrlo, pero no mediante una negación directa de la guerra, que es la mayor manifestación de la energía de los pueblos, sino controlándola y dirigiéndola a campos de batalla no fratricidas, gracias a las mismas conquistas que en el marco de la justicia y los derechos humanos ha alcanzado nuestra actual civilización mundial, aún a pesar de los ahora ya catalogados como crímenes de guerra que desaparecerán ante la consolidación de que la violencia ha dejado de ser el arma más poderosa.

      Comprendiendo  el papel de la guerra en la evolución de la humanidad, debemos buscar la paz sin negar a la guerra, es decir, sólo cambiar su histórico campo de batalla, que abandone definitivamente el campo sangriento para ocupar solamente ámbitos como el económico, político, jurídico, ideológico, laboral, deportivo y demás actividades que involucren la competencia entre los seres humanos como medio para la colaboración mundial.

      De  manera que podemos generalizar el concepto de guerra a todas las formas posibles de lucha, como una energía cósmica que interactúa entre seres humanos y el universo, liberando nuestro natural espíritu de lucha y vocación a enfrentar el peligro, reconciliándonos con nuestro pasado y desantropomorfizando el concepto de enemigo e identificándolo con las circunstancias a vencer para la mejor evolución individual y colectiva.

      Tal  generalización de la guerra es indispensable para poder erradicar las prácticas genocidas de nuestra civilización, comprendiendo que su construcción histórica ha consistido precisamente en ir convirtiendo a la guerra sangrienta en guerra civilizada en su multitud de formas, y que naturalmente nuestro desarrollo futuro seguirá teniendo como propulsora y directriz a la guerra.

      

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