Comunismo  cristiano

Autor: Jesús Morfín Garduño.
Seudónimo: Huitzilíhuitl.
Universidad Comunitaria
     
Antropología Política                             e-mail:  ecocidio@yahoo.com.mx
     
Nahui Ollin de Mallinalco

      El  mundo se ha modernizado vigorosamente, lo que le permite ahora poder elegir entre seguir su desarrollo a ciegas, o anticiparnos al futuro y planear con previsión lo que llaman un desarrollo sustentable, que implicaría en rigor reactivar la ancestral economía comunitaria que ha venido siendo desplazada por la modernización pero que aún encontramos en algunas comunidades rurales, así como en la ayuda que se da a las comunidades que resultan víctimas de algún fenómeno natural (huracán, temblor, etc.).

     Para que en coexistencia con la actual economía formal, nos posibilite a los ciudadanos trasladarnos al campo para participar en labores agropecuarias y de reconstrucción ecológica, acompañados por grupos estudiantiles universitarios, los cuales están en la mejor edad para la creatividad en servicio a la comunidad.

      La   economía comunitaria, en la que todos trabajan para el bien común, corresponde a una madurez cultural en que los actores asumen la responsabilidad del desarrollo de todas las comunidades. Volver a practicar dicha economía es consecuencia de la naturaleza del eterno retorno, al alcanzar el desarrollo del homo sapiens prehistórico. Tomando conciencia de que cada comunidad es una célula constitutiva de la humanidad como de un sistema orgánico que forma parte de éste ser vivo que es el planeta tierra.

      Una  economía comunitaria de inspiración espiritual es viable como superestructura del capitalismo y medio idóneo para sanear sus vicios y contradicciones. Aprovechando la comunicación por internet podrán ejercerse créditos mediante vales por despensas y diversos productos (dinero virtual) para impulsar comercializaciones y empleos estancados por falta de capitales.

      Pero  tendiendo a minimizar el consumismo y por lo tanto el abuso de la moderna tecnología, buscando ahora que el hombre sustituya a la máquina, en la conciencia de que su participación laboral es necesaria para su salud mental, de la colectividad y del medio ambiente, pudiendo desarrollar una tecnología del espíritu humano que permita a las diversas comunidades reconstruir los ecosistemas que sustentan el equilibrio de la naturaleza terrestre.

       Un  resurgimiento del comunismo religioso podrá impulsar la convergencia de la geometría política derecha-izquierda en un sentido ascendente de la evolución social, haciendo concurrir los esfuerzos de los diversos actores políticos y productivos, independientemente de su filiación política o religiosa, apolítica o atea, ya que podrá ser un movimiento sintético de la actual civilización mundial.

    Llevando el concepto de empresario a su connotación literal, que en su acepción más general de referirse a cualquier empresa, iniciativa o fin que éste considere oportuno y conveniente perseguir, pueda convocar y realizar con sus seguidores, colaboradores o trabajadores las metas por él planteadas para la satisfacción de las necesidades de todos los miembros de su comunidad o empresa, de manera que pueda llegar a prescindir de capital para realizar varias de sus diversas operaciones económicas.

    Para que las empresas ya no tengan que inscribirse en un marco puramente financiero, conservando su propósito de entregar sus productos y servicios de buena calidad y sustituyendo la necesidad de multiplicar su capital por la de elevar directamente la calidad de vida de las familias de sus trabajadores, lo cual demandará de una eficaz comunicación y colaboración entre familias y empresa.

     Muchas micro, pequeñas y medianas empresas, están constantemente surgiendo y desapareciendo, y muchas de ellas podrían llegar a permanecer si logran convertirse parcial o totalmente en empresas comunitarias, es decir, que en lugar de que siempre tengan que pagar a sus trabajadores con salarios, lo puedan hacer también con bienes y servicios obtenidos de otras empresas con las que intercambien sus productos también en general sin necesidad de que siempre tengan que utilizar capital.

    Muchos ciudadanos podrán seleccionar a quienes serán los nuevos empresarios comunitarios, al aceptarlos como dirigentes en la empresa comunitaria en la que decidan colaborar, renunciando a un salario remunerado en favor de un reparto comunitario de los productos y satisfactores que la empresa en que trabajen pueda retribuirles.

     Esta economía híbrida: coexistencia de la capitalista y comunitaria, sería el siguiente paso lógico ante la experiencia de la contradicción del neoliberalismo, que al pretender un monetarismo totalitario, llega a convertir al capital de herramienta en impedimento para el desarrollo económico. Por supuesto será necesario conformar un sistema público de inspectores que estén monitoreando permanentemente las actividades, compromisos y su cumplimiento de los empresarios comunitarios.

     El sistema nervioso de la economía comunitaria estará formado por las empresas de canje o comercializadoras comunitarias, las cuales manejarán información sobre la existencia de todo tipo de empresas y productores, con lo cual podrán cerrar círculos de producción y consumo que les permitirá prescindir del manejo de capitales.

    Estas empresas de canje serán verdaderos bancos de diversos tipos de productos, unas podrán ser estatales y otras de la iniciativa privada, no tendrán que reunir en uno o varios inmuebles a su variedad de productos, sino que fundamentalmente serán sistemas de distribución que al recibir el producto de cualquier empresa (depositándolo directamente en diversas tiendas y centros comerciales), emitirán a ésta por medio de papel impreso y dando de alta en una amplia red de computadoras, vales que podrán utilizar los miembros y trabajadores de dicha empresa para recibir en diversas tiendas y centros comerciales los productos que requieran para sus familias, dichos vales estarán tasados según el valor comercial del producto que la empresa depositó en el banco y el número de trabajadores entre los que tengan que distribuirse, funcionando como dinero virtual de tiempo limitado, el cual vence en el momento en que dichos vales se hacen efectivos.

    Al perderse la necesidad por parte de las empresas de lograr excedentes de capital, se disminuirá sustancialmente la especulación, la creación de necesidades superfluas y el correspondiente consumismo. De esta manera el capital dejará de servir al ejercicio del poder con voluntades de dudosa calidad moral, es decir, disminuirá su capacidad como fuente de corrupción.

     Con sus logros los empresarios podrán irse ganando la confianza y preferencia de las comunidades, lo cual les permitirá llegar a ser candidatos a puestos de elección popular. Por lo que como gobernantes podrán llegar a prescindir de un salario, lo que dará mayor autonomía económica a su país, inyectándolo al impulso de la conversión o creación de empresas comunitarias.

     Tendrán mayor éxito los empresarios que tengan mayor capacidad de convocatoria ante las diversas comunidades con que tengan que tratar, quienes tengan mayor visión para negociar y promover las operaciones comunitarias, desplazando el aspecto puramente financiero por uno más social y político.

     La nueva naturaleza comunitaria de las empresas fortalecerá y enriquecerá la formación de círculos sociales y las relaciones entre éstos, lo cual combatirá la marginación social y la tendencia a delinquir. Reducirá la adicción por el dinero y con ello el narcotráfico y todo otro tipo de adicciones. Se verá que la pobreza que hoy existe es fundamentalmente un estado de abandono, que se superará con la mayor integración y trato que habrá entre familias de distintos niveles socioeconómicos en una cultura respetuosa y participativa.

     De este modo irá cambiando el concepto de propiedad privada en el de propiedad comunitaria, de ser ahora una necesidad de poseer para combatir sentimientos de inseguridad y satisfacer necesidades de poder, en una necesidad de compartir para una proyección social en el ejercicio de un poder más real y satisfactorio. Porque el problema no está en la desigual distribución de la riqueza, y pretender una redistribución sólo llevaría a recaer en viejos problemas históricos que serían ahora bastante degradantes. La riqueza ya no debe ser un botín de ladrones para que tenga que repartirse.

     Ahora bien, por lo insuficiente que resulta hoy en día el salario mínimo, a muchas familias les convendrá recibir, en lugar del dinero que para nada les alcanza, la asistencia de la empresa comunitaria donde trabaje el jefe de familia, al cual podrá apoyar para satisfacer, aunque austeramente, las necesidades que pudiera tener su familia como de vivienda, de alimentación, de educación, de salud, de sociabilización, etc.

     Las industrias paraestatales podrían darse en un tipo de concesión o franquicia temporal a empresas comunitarias, así con el tiempo el gobierno podrá llegar a reducir drásticamente las exportaciones o importaciones de petróleo, al mismo tiempo que minimizar su consumo al interior del país mediante la aplicación de medidas comunitarias y explotación de otros energéticos que contribuyan en mucho menor grado al calentamiento global que la combustión de los derivados del petróleo provoca.

     Disminuyendo la acción contaminante y depredadora del hombre, podrá soportarse mejor el estado de emergencia hacia el que nos encaminamos con el levantamiento del nivel de la superficie marina y los violentos cambios climáticos, pues éstos podrán llegar menos acelerados, dando mayor oportunidad al concierto de naciones de ir tomando las medidas posibles.

     Una disminución importante en el consumo del petróleo, que nos tiene ahora “encapsulados”, aislados de nuestros semejantes para ejercer cualquier acción comunitaria, ayudará a liberar el potencial de organización de los diversos pueblos, y sentará una infraestructura más sólida y capaz para enfrentar los nuevos problemas y desafíos.

      Iremos así convirtiendo el uso de la tecnología de la materia inerte, en el uso de una tecnología del espíritu humano, en una ingeniería social que impulsará la liberación de sus capacidades para alcanzar nuevamente la ya antigua meta de la especie humana: la conquista del universo.

     Dado que la población mundial se estructura en comunidades de diversos géneros, desde las familias, rancherías, colonias, ciudades, municipios, etc., hasta llegar a la comunidad mundial de naciones, una manera óptima en que pueda empezar a estimularse la organización comunitaria es con la participación de las familias en la separación de los materiales reciclables en sus hogares antes de convertirlos en basura y la participación entre vecinos con camionetas para su recolección y canalización a los centros de acopio, así como con espacios urbanos o rurales para montar talleres de reciclaje y reutilización, para producir composta que ayude a fertilizar las áreas verdes y campos de cultivo, etc.

     El trabajo comunitario será un medio por el cual podrá mantenerse el equilibrio físico y mental de las personas, mejorar su estado de salud y mantener organizadas a las comunidades dentro de un plan de armonización con Dios y la Naturaleza.

      Sólo  con un carácter guerrero podríamos llegar a hacer realidad nuestros sueños de supervivencia y superación, inspirándonos en la guerra que Jesús de Nazaret nos vino a enseñar, es cuestión de elegir entre un mundo mediocre donde esperemos irla pasando bien, o un mundo que recordando su pasado sea capaz de anticiparce al futuro para lograr la superación de nuestra especie. La humanidad tiene un pasado milenario de gloria y tragedia y debiéramos ser capaces de comprender el sentido de este pasado para ser dignos herederos de su bagaje cultural.

       

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